domingo, 28 de julio de 2013

Los espejos.

Hoy sería su día de suerte. El detective Olivo, se levantó como de costumbre muy temprano, salió a correr, en parte por el deseo de ejercitarse y en mayor grado para verificar que la guardia estuviera atenta. Regresó  a su departamento para asearse y vestirse, de camino al trabajo compró su acostumbrado expreso cortado. A las ocho de la mañana, como todos los días se encontraba en la oficina del  Inspector Del Olmo, la secretaria de éste le saludo y le indicó que lo estaba esperando. Olivo, ni tardo ni perezoso entró:
-Buenos días
-¡No sé qué tienen de buenos Olivo!, tengo al  Procurador y al Presidente  presionándome, además la prensa y la televisión no pierden momento para resaltar que ya han asesinado a doce mujeres en “Los viveros”, le han puesto como nombre al caso “Los espejos”: seis asesinatos semejantes. Nosotros aún seguimos con varias líneas de investigación... ¡Aquí van a empezar a rodar cabezas y la mía no será!, así que ¡espero tenga buenas noticias!
-Olivo con su calma habitual le dijo- Hoy le tendré resultados, nunca le he fallado y esta no será la excepción, ¡confíe, Jefe, confíe!
- ¡Estas advertido! ¡La primera cabeza será la tuya! ¡Retírate!
Olivo, salió de la oficina y del sector. En la calle la detective Zúñiga, le esperaba.
¿Cómo estuvo el vendaval?
-¡Apenas y fue llovizna! ¡Vamos!, tenemos que cuidar todos los detalles, Juárez y González nos avisarán si hubiera jaleo, debemos conectarnos  para confirmar que todo va de acuerdo a lo planeado.
Ambos policías subieron a su auto avanzando por calles transitadas sin prender las luces y la torreta. Pararon frente a  una boutique.  Zúñiga se apeó del automóvil, ingresando al local. Los minutos comenzaron a pasar, hasta convertirse en casi una hora. Olivo, desde su vehículo observaba la gran cantidad de mujeres que entraban y salían del establecimiento. La puerta de éste se abrió una vez más, llamándole la atención, una mujer de piel apiñonada con una minifalda color negro que atrajo las miradas de cuanto hombre pasaba en esos momentos por la calle. A pesar de estar de servicio deseo perderse un rato con ella, pero ese pensamiento sólo le turbo unos segundos. Con asombro observó como la mujer se acercaba al coche, como si se dispusiera a cruzar la calle, el detective sonrió para sus adentros pensando que podría observarla de cerca. Su sorpresa fue mayúscula cuando la mujer le tocó en la ventanilla, por lo que Olivo trató de que su expresión fuera de indiferencia,  bajo el vidrio.
-          ¿En qué puedo servirla?
-          ¡Te pasa algo! ¡Quita esa cara de bobo! –le espetó Zúñiga-
-          ¿Estas…? ¡distinta!
La detective sonrió disimuladamente, mientras Olivo abría la portezuela
-           Jamás pensé que no me reconocerías. ¡Sólo es la ropa!
-          Y el cabello, el maquillaje, los zapatos… la forma de caminar…
-          ¡Vámonos! –dijo Zúñiga- ¡Tenemos mucho trabajo!
Olivo arrancó. Durante el trayecto de manera disimulada y a pesar de que trataba de evitarlo, observaba a su compañera de reojo.
Después de varios minutos,  llegaron a un edificio de departamentos, ingresaron a uno. En este lugar el trabajo era frenético. Ambos se dirigieron hacia unos ordenadores. El técnico Villa, le dijo:
-          Hace unos minutos nuestro hombre se conectó, y comenzó a chatear con varias mujeres.
Olivo, tomo un ordenador y tecleo una contraseña. Enseguida recibió un mensaje.
-          Amor, te extrañé
-Olivo, respondió -No más que yo corazón
- Ardo en deseos de conocerte, ya quiero que sean las siete de la tarde para poder verte.
- ¿Cómo me reconocerás? –contestó Olivo-
- Serás la Trigueña sensual de los pants  azul celeste
- Rojos… –contesto el detective- como el amor que siento por ti…
- Recordaste que es mi color favorito
- Todo lo importante para ti, lo es para mí.
- Te llevaré el regalo que te prometí
- ¿De qué color será?
- Negro, sabes que ese color me excita… ¿Cómo estas vestida?
- Negro…
-Quisiera tocarte toda…
-Me estoy mojando, sólo de pensarlo
-Por qué no pones la cámara, quiero conocerte
- Habías prometido que aguardarías  hasta esta tarde
-Solo faltan una horas, si me amas. ¡Compláceme! ¡Nena! ¡Compláceme!
Olivo, reflexionó un momento y dirigiéndose  a Zúñiga le dijo: ¡Tendremos que hacerlo! La detective fue a otro ordenador dentro de un set en el que aparecía una estancia minimalista, pero acogedora; se retocó el labial, desabotonándose la blusa para que se pudiera ver su busto, encendió la cámara de video
- Esta bien, -escribió Olivo- ¿te veré?
- Por supuesto, nena, por supuesto.
Olivo dio el click definitivo para conectar a la detective en el chat, a partir de ese momento, quedaban a merced de la actuación que realizara su compañera.
La imagen que transmitió la pantalla les asombró: Un hombre fuerte y guapo, comenzó a pedir a la detective que se tocara ante la cámara, mientras le decía palabras obscenas. La detective actúo como si se sintiera excitada, su interlocutor se estaba volviendo loco, finalmente le dijo:
-          Nena, ¡te haré vibrar, te haré gritar…! nos vemos en la tarde –corto la comunicación-
Las horas siguientes, pasaron lentas. A las seis, Zúñiga ataviada con ropa deportiva roja entalladísima, que no dejaban  nada a la imaginación subió a un convertible amarillo, seguida de varios autos. En los viveros, varios detectives vigilaban el perímetro en posiciones estratégicas. Olivo vestido con pants verdes comenzó a correr treinta minutos antes de que Zúñiga pisara el parque.
La detective sabía que varias miradas la seguían, y contoneándose camino hasta el centro del vivero,  llegó a la “rotonda”, el lugar se encontraba solo y comenzó a calentar, sus sentidos alertas al máximo. Escucho como unos pasos se acercaban sigilosamente, trato de parecer distraída. La tarde languidecía y las primeras sombras de la noche se deslizaban entre la arboleda.
La detective sintió como una mano se posaba sobre su hombro, al mismo tiempo que una voz le decía:
-Al fin te conozco ¡nena…!
La detective emitió un suave ronroneo, el hombre le abrazo por la espalda.
-Eres más sexi de lo que recordaba –le acarició las nalgas- La detective lucho por mostrarse complacida, mientras en su mente maldecía a Olivo.
-Te traje un regalo –el hombre sustrajo del bolso de sus pantalones una tanga negra delgadísima-
Zúñiga le rodeo con los brazos –tratando de hacer tiempo- el hombre comenzó a besarla mientras la aventaba al pasto. En el suelo sintió como dos pares de brazos la sujetaban, mientras le metían en la boca la tanga para impedir que gritara y le arrancaban toda la ropa. Violentamente separaron sus piernas, ella se resistía con todas sus fuerzas, preguntándose ¿por qué tardaban tanto en acudir en su ayuda? en respuesta recibió un golpe en la boca del estómago que le sacó el aire y otro en la cabeza, dejándola  inconsciente.
Uno de los hombres grito:
-¡Métesela!
Cuando estaba a punto de penetrarla, los hombres la soltaron.
Olivo se quitó la sudadera cubriendo la desnudez de Zúñiga que seguía sin sentido. Los policías sometían a los sujetos. En otro sector del parque, un grupo de policías hacía lo mismo con dos sujetos idénticos que habían atacado a una segunda mujer.
Los titulares de los periódicos al día siguiente  destacaban: Gemelos idénticos, los asesinos de los viveros. Cuatro fotos de dos pares de hombres similares ilustraban el reportaje.
En la cama del hospital Zúñiga se recuperaba de la agresión sufrida, había permanecido desmayada  más de media hora. Olivo sentado en la silla junto a su cama la observaba despertar.
-¿Cómo te sientes?
- Como si hubieran tratado de violarme –sonrió Zúñiga- ¿Dime cómo descubriste que eran cuatro y no dos los asesinos?
El modus operandi fue fundamental, la prensa le llamó “El caso de los espejos”, las lesiones que presentaban las víctimas en manos y tobillos eran huellas de pulpejos de distinto tamaño; se determinó que el ADN del semen pertenecía a cuatro tipos diferentes, con semejanzas en las cadenas por pares. Finalmente, sabes que comencé a correr antes que llegarás. Me llamaron la atención en el circuito un par de hombres corriendo juntos, uno de ellos parecía ser el de internet, su cara estaba oculta tras una gorra. No podía seguirlos, pues sería demasiado obvio, así que corrí más rápido, pero antes de lo pensado volví a tropezar con una pareja idéntica, salvo porque uno de ellos al correr parecía estar lesionado. Sabíamos dónde era tu cita, pero no dónde sería agredida la segunda mujer, por eso tardamos un poco, deducir el segundo lugar fue lo difícil,  hasta que recordé que cerca de las canchas  de basquetbol hay otra rotonda, lo  demás es historia.
Olivo se acercó a Zúñiga, tendió su mano y acaricio su mejilla. 
- Jamás permitiré que vuelvas a correr riesgos –dijo besándola-
-No soy tu propiedad.
-Pero eres mi novia
- ¿Lo soy?
Se prendió  nuevamente de su boca, olvidándolo todo. En la pared un espejo reproducía la escena.




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