Hoy
sería su día de suerte. El detective Olivo, se levantó como de costumbre muy
temprano, salió a correr, en parte por el deseo de ejercitarse y en mayor grado
para verificar que la guardia estuviera atenta. Regresó a su departamento para asearse y vestirse, de
camino al trabajo compró su acostumbrado expreso cortado. A las ocho de la
mañana, como todos los días se encontraba en la oficina del Inspector Del Olmo, la secretaria de éste le
saludo y le indicó que lo estaba esperando. Olivo, ni tardo ni perezoso entró:
-Buenos
días
-¡No
sé qué tienen de buenos Olivo!, tengo al
Procurador y al Presidente
presionándome, además la prensa y la televisión no pierden momento para
resaltar que ya han asesinado a doce mujeres en “Los viveros”, le han puesto
como nombre al caso “Los espejos”: seis asesinatos semejantes. Nosotros aún
seguimos con varias líneas de investigación... ¡Aquí van a empezar a rodar
cabezas y la mía no será!, así que ¡espero tenga buenas noticias!
-Olivo
con su calma habitual le dijo- Hoy le tendré resultados, nunca le he fallado y
esta no será la excepción, ¡confíe, Jefe, confíe!
-
¡Estas advertido! ¡La primera cabeza será la tuya! ¡Retírate!
Olivo,
salió de la oficina y del sector. En la calle la detective Zúñiga, le esperaba.
¿Cómo
estuvo el vendaval?
-¡Apenas
y fue llovizna! ¡Vamos!, tenemos que cuidar todos los detalles, Juárez y
González nos avisarán si hubiera jaleo, debemos conectarnos para confirmar que todo va de acuerdo a lo
planeado.
Ambos
policías subieron a su auto avanzando por calles transitadas sin prender las
luces y la torreta. Pararon frente a una
boutique. Zúñiga se apeó del automóvil,
ingresando al local. Los minutos comenzaron a pasar, hasta convertirse en casi una
hora. Olivo, desde su vehículo observaba la gran cantidad de mujeres que
entraban y salían del establecimiento. La puerta de éste se abrió una vez más,
llamándole la atención, una mujer de piel apiñonada con una minifalda color negro
que atrajo las miradas de cuanto hombre pasaba en esos momentos por la calle. A
pesar de estar de servicio deseo perderse un rato con ella, pero ese
pensamiento sólo le turbo unos segundos. Con asombro observó como la mujer se
acercaba al coche, como si se dispusiera a cruzar la calle, el detective sonrió
para sus adentros pensando que podría observarla de cerca. Su sorpresa fue
mayúscula cuando la mujer le tocó en la ventanilla, por lo que Olivo trató de
que su expresión fuera de indiferencia, bajo el vidrio.
-
¿En
qué puedo servirla?
-
¡Te
pasa algo! ¡Quita esa cara de bobo! –le espetó Zúñiga-
-
¿Estas…?
¡distinta!
La
detective sonrió disimuladamente, mientras Olivo abría la portezuela
-
Jamás pensé que no me reconocerías. ¡Sólo es
la ropa!
-
Y
el cabello, el maquillaje, los zapatos… la forma de caminar…
-
¡Vámonos!
–dijo Zúñiga- ¡Tenemos mucho trabajo!
Olivo
arrancó. Durante el trayecto de manera disimulada y a pesar de que trataba de
evitarlo, observaba a su compañera de reojo.
Después
de varios minutos, llegaron a un
edificio de departamentos, ingresaron a uno. En este lugar el trabajo era
frenético. Ambos se dirigieron hacia unos ordenadores. El técnico Villa, le
dijo:
-
Hace
unos minutos nuestro hombre se conectó, y comenzó a chatear con varias mujeres.
Olivo,
tomo un ordenador y tecleo una contraseña. Enseguida recibió un mensaje.
-
Amor,
te extrañé
-Olivo,
respondió -No más que yo corazón
-
Ardo en deseos de conocerte, ya quiero que sean las siete de la tarde para
poder verte.
-
¿Cómo me reconocerás? –contestó Olivo-
-
Serás la Trigueña sensual de los pants
azul celeste
-
Rojos… –contesto el detective- como el amor que siento por ti…
-
Recordaste que es mi color favorito
-
Todo lo importante para ti, lo es para mí.
-
Te llevaré el regalo que te prometí
-
¿De qué color será?
-
Negro, sabes que ese color me excita… ¿Cómo estas vestida?
-
Negro…
-Quisiera
tocarte toda…
-Me
estoy mojando, sólo de pensarlo
-Por
qué no pones la cámara, quiero conocerte
-
Habías prometido que aguardarías hasta
esta tarde
-Solo
faltan una horas, si me amas. ¡Compláceme! ¡Nena! ¡Compláceme!
Olivo,
reflexionó un momento y dirigiéndose a
Zúñiga le dijo: ¡Tendremos que hacerlo! La detective fue a otro ordenador
dentro de un set en el que aparecía una estancia minimalista, pero acogedora;
se retocó el labial, desabotonándose la blusa para que se pudiera ver su busto,
encendió la cámara de video
-
Esta bien, -escribió Olivo- ¿te veré?
-
Por supuesto, nena, por supuesto.
Olivo
dio el click definitivo para conectar a la detective en el chat, a partir de
ese momento, quedaban a merced de la actuación que realizara su compañera.
La
imagen que transmitió la pantalla les asombró: Un hombre fuerte y guapo,
comenzó a pedir a la detective que se tocara ante la cámara, mientras le decía
palabras obscenas. La detective actúo como si se sintiera excitada, su
interlocutor se estaba volviendo loco, finalmente le dijo:
-
Nena,
¡te haré vibrar, te haré gritar…! nos vemos en la tarde –corto la comunicación-
Las
horas siguientes, pasaron lentas. A las seis, Zúñiga ataviada con ropa
deportiva roja entalladísima, que no dejaban
nada a la imaginación subió a un convertible amarillo, seguida de varios
autos. En los viveros, varios detectives vigilaban el perímetro en posiciones
estratégicas. Olivo vestido con pants verdes comenzó a correr treinta minutos
antes de que Zúñiga pisara el parque.
La
detective sabía que varias miradas la seguían, y contoneándose camino hasta el
centro del vivero, llegó a la “rotonda”,
el lugar se encontraba solo y comenzó a calentar, sus sentidos alertas al
máximo. Escucho como unos pasos se acercaban sigilosamente, trato de parecer
distraída. La tarde languidecía y las primeras sombras de la noche se deslizaban
entre la arboleda.
La
detective sintió como una mano se posaba sobre su hombro, al mismo tiempo que
una voz le decía:
-Al
fin te conozco ¡nena…!
La
detective emitió un suave ronroneo, el hombre le abrazo por la espalda.
-Eres
más sexi de lo que recordaba –le acarició las nalgas- La detective lucho por
mostrarse complacida, mientras en su mente maldecía a Olivo.
-Te
traje un regalo –el hombre sustrajo del bolso de sus pantalones una tanga negra
delgadísima-
Zúñiga
le rodeo con los brazos –tratando de hacer tiempo- el hombre comenzó a besarla
mientras la aventaba al pasto. En el suelo sintió como dos pares de brazos la
sujetaban, mientras le metían en la boca la tanga para impedir que gritara y le
arrancaban toda la ropa. Violentamente separaron sus piernas, ella se resistía
con todas sus fuerzas, preguntándose ¿por qué tardaban tanto en acudir en su
ayuda? en respuesta recibió un golpe en la boca del estómago que le sacó el
aire y otro en la cabeza, dejándola inconsciente.
Uno
de los hombres grito:
-¡Métesela!
Cuando
estaba a punto de penetrarla, los hombres la soltaron.
Olivo
se quitó la sudadera cubriendo la desnudez de Zúñiga que seguía sin sentido. Los
policías sometían a los sujetos. En otro sector del parque, un grupo de
policías hacía lo mismo con dos sujetos idénticos que habían atacado a una
segunda mujer.
Los
titulares de los periódicos al día siguiente
destacaban: Gemelos idénticos, los asesinos de los viveros. Cuatro fotos
de dos pares de hombres similares ilustraban el reportaje.
En
la cama del hospital Zúñiga se recuperaba de la agresión sufrida, había
permanecido desmayada más de media hora.
Olivo sentado en la silla junto a su cama la observaba despertar.
-¿Cómo
te sientes?
-
Como si hubieran tratado de violarme –sonrió Zúñiga- ¿Dime cómo descubriste que
eran cuatro y no dos los asesinos?
El
modus operandi fue fundamental, la prensa le llamó “El caso de los espejos”,
las lesiones que presentaban las víctimas en manos y tobillos eran huellas de
pulpejos de distinto tamaño; se determinó que el ADN del semen pertenecía a
cuatro tipos diferentes, con semejanzas en las cadenas por pares. Finalmente,
sabes que comencé a correr antes que llegarás. Me llamaron la atención en el
circuito un par de hombres corriendo juntos, uno de ellos parecía ser el de
internet, su cara estaba oculta tras una gorra. No podía seguirlos, pues sería
demasiado obvio, así que corrí más rápido, pero antes de lo pensado volví a
tropezar con una pareja idéntica, salvo porque uno de ellos al correr parecía
estar lesionado. Sabíamos dónde era tu cita, pero no dónde sería agredida la
segunda mujer, por eso tardamos un poco, deducir el segundo lugar fue lo
difícil, hasta que recordé que cerca de
las canchas de basquetbol hay otra
rotonda, lo demás es historia.
Olivo
se acercó a Zúñiga, tendió su mano y acaricio su mejilla.
-
Jamás permitiré que vuelvas a correr riesgos –dijo besándola-
-No
soy tu propiedad.
-Pero
eres mi novia
-
¿Lo soy?
Se
prendió nuevamente de su boca, olvidándolo
todo. En la pared un espejo reproducía la escena.
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