viernes, 5 de julio de 2013

Un sueño

El llanto de su hermano más pequeño le hizo despertar sobresaltado, no podía evitarlo, apenas tenía 5 años, pero trataba de ayudar a su madre en todo lo posible, así se lo había prometido a sí mismo a tan temprana edad, cuando comprendió las responsabilidades que tenía como hijo y  hermano mayor. 
Su hermano seguía llorando y eso hizo que se espabilara, saltó de su catre y salió corriendo para ir por el pan, que les regalaba todos los días el dueño de la tienda que se encontraba a dos jacalones del que habitaba con su familia en esa zona marginada. Esta era la primera tarea que tenía que realizar. El frío de la mañana le hizo reparar al entrar al tendejón, en que por las prisas no se había puesto el calzón que por la noche se había quitado, pues sufría de enuresis, provocada por el temor constante de que su padre maltratara a su madre o a sus hermanos. Su rostro se torno escarlata, y Don Víctor, el comerciante, viendo el bochorno del pequeño, le tendió la bolsa con la comida y le indicó con la cabeza que corriera a su casa, el pequeño no necesitó nada más, salió precipitadamente hacia su hogar.
El tiempo pasaba, su padre decidió irse a una ciudad más grande, pues la progenie había crecido. Mike tenía nueve años, a esa edad llego a la Ciudad de México; por primera vez, junto con dos de sus hermanos comenzó a ir a la escuela, en un turno vespertino. Las necesidades de la familia iban en aumento, con cuatro hermanos y uno más por nacer, al observar que había muchas personas en esa urbe, le pidió a su madre que le comprara una caja de chicles para vender, más tarde descubrió el comercio de periódico. Todos los días muy de mañana iba por las calles vendiendo y se prohibía regresar hasta no terminar su mercancía. En ocasiones en el aula de clases, los ojos comenzaban a cerrarse por el cansancio, pero su ansia de poder leer libros se imponía, él quería ser más y mejor cada día. 
Su trabajo era importante para la familia, con sus ganancias, un día compraban comida, en otras ocasiones, después de juntar el producto de sus ventas Mike podía ver como alguno de sus  hermanos estrenaba zapatos nuevos, la sonrisa en la cara de ellos le hacía sentirse inmensamente feliz. 
Los años pasaban, y pronto llegó el momento de elegir una profesión. Ingeniería, Física, carreras disímbolas para cada hermano y Mike, eligió una carrera acorde con sus ideales: Derecho. Siempre buscando un trabajo que le permitiera combinar los estudios y el deber. 
Cuando llego a quinto semestre consiguió un empleo administrativo en una Secretaría de estado. Afortunadamente su padre había conseguido establecer un negocio propio, así que su rutina ahora se encontraba completa: Su trabajo, la escuela y por las noches a la par que estudiar, ayudar en el negocio. Sin embargo, un buen día, se dio cuenta que quería hacer algo para sí, y recordó que gozaba sentir el aire en el rostro cuando corría, en esa forma sentía la libertad. Sus hábitos cambiaron, su jornada se amplió, el agotamiento también,  pero ahora él era feliz.
Un buen día, corriendo conoció a la mujer que le regaló lo más preciado en la vida: Un hijo. 
Sus obligaciones seguían, aumentaban: sus hermanos, sus padres, su hijo, su mujer, nunca el cansancio se asomó a sus ojos, la felicidad lo llenaba todo. Pronto se encontró corriendo maratones, no sólo en su Ciudad, también en el extranjero, sus triunfos comenzaban, cosechaba los primeros frutos de su dedicación y trabajo.  La vida, siempre inclemente le privó cruelmente del amor de su mujer, sus caminos se separaron, pero su trabajo, su familia y su hijo le salvaron. 
Se fue adentrando más y más en el mundo del derecho, apasionándose de él, en compañía de un maestro y compañero con el que compartían esa vehemencia. Sin embargo, ambos dejaron de lado algo importante, un título, que avalara la sapiencia que con los años adquirieron.
La oportunidad se presentó, y a casi treinta años de haber egresado de su escuela, logró la inscripción anhelada en un diplomado para obtener el título y la cédula que tanto deseaba. Olaf, el compañero de batallas, por problemas inesperados no pudo inscribirse. Mike, lo observaba, añorando una oportunidad que esperaba pronto volviera a darse.
Un buen día, dejó a Olaf, esperando al dueño del local en el que tenían su oficina. Al regresar, lo encontró con un problema terrible de salud. Mike, desesperado hizo hasta lo imposible por conseguir que se le diera la mejor atención, pero desgraciadamente se habían perdido minutos preciosos, y aún ante los esfuerzos más denodados de los médicos, vio como la vida se escapaba de su cuerpo, sólo la esperanza de despedirse de sus hijos, mantenía su corazón latiendo. Cuando éstos llegaron, su vida se apago, cómo se apagan al amanecer los luceros.
La tristeza le embargo, inundando su corazón y alma. Como hombre de principios inmutables, hasta el último momento, le cumplió a Olaf. Nunca hubo amigo mejor, todo lo que pudo hacer por él y su familia fue hecho, y finalmente, en la figura de su hijo, abogado principiante, siguió cumpliendo el deber que su honor le imponía, orientándolo, enseñándole, retribuyendo con creces lo que a él le habían obsequiado, y todo lo que él tenía, lo que él sabía, lo que él era, se lo regalaba, generoso como siempre.
 Esto hizo que el trabajo se redoblara. A la par, continuó con su titulación, destacándose en el curso por sus intervenciones acertadas, incisivas, profesionales. Entregado por completo, de igual forma que a todo lo que él hacía.
El tiempo, corrió aprisa, el diplomado como un sueño se esfumó, dejando en su mente inquietudes y proyectos por dar un paso más, por seguir siempre adelante.
Finalmente, la utopía dejó de serlo. Uno de sus anhelos más grandes se realizaba. Rodeado de los compañeros de aventura, un 27 de junio, recibió  las flores de la amistad y el triunfo. A su lado, su hijo veía conmovido, como ese hombre fuerte  como un roble, tierno en lo profundo, bromista ante las contrariedades y valeroso en todo momento,  dejaba correr por sus mejillas lágrimas de felicidad y contento, demostrando que sólo los verdaderos hombres son capaces de llorar cuando se ha cumplido uno de sus más encarecidos sueños…

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