martes, 9 de julio de 2013

Raíces

Desde niña aprendí a amar a los libros, las historias que en ellos encontraba, las hacía mías, yo era la protagonista, mi imaginación me permitía ser polifacética, igual la heroína, que la bruja malvada. Mediante éstos he viajado y conocido personas, costumbres, ciudades. Los libros han sido mis compañeros en los momentos más tristes y más alegres de mi vida.
Hoy recuerdo aún mi primer intento de escribir un cuento a los 5 o 6 años de edad, mi mente ha bloqueado el recuerdo exacto, se que fue cruel, yo estaba ilusionada y muy contenta por mi logro, pero no pudo ser.
Desde ese día, me prometí que algún día escribiría. Por azares del destino elegí estudiar derecho, haciendo a un lado mi deseo de estudiar Ciencias de la Comunicación o Lengua y literatura hispanoamericanas, y  dejando para más tarde mi afición por la escritura. Han pasado muchos años desde que realicé esa elección, y aún cuando en distintas etapas de mi vida he escrito, estos textos jamás han llegado a ver la luz, periódicamente he destruido estos manuscritos, quizás aguijoneada aún por la duda sobre mi capacidad como escritora. Hoy, debo darme esa oportunidad que he venido relegando desde que tenía 5 años, este compás de espera ya ha sido demasiado largo.
Hoy quiero ser la protagonista, no de la historia, pero sí de la autoría de las letras. Me lo debo, se lo debo a esa niña que sufrió la angustia de la mofa y el sarcasmo de una mujer   mayor, por la que de cuajo corto su sueño de ser escritora. Hoy, ya no me importa recordar los hechos acontecidos con exactitud, ni el nombre de esa persona; hoy quiero revivir esas historias, que forman parte de mi pasado,  y que aún cuando no son mías, son historias de vida de mis ancestros, de mis raíces, de mis orígenes. Si estas historias no se hubieren dado como en su momento sucedieron, yo no sería la persona que ahora soy, tal vez ni siquiera existiría porque yo no habría nacido.
De una u otra manera en estas anécdotas se ven siempre mujeres involucradas, pueden ser las buenas o las malvadas, eso no es importante, lo importante es que su presencia, su actuar, hicieron que estos relatos tengan en mi vida una importancia tal, que han quedadas grabadas en mi memoria, y ahora las quiero compartir. Chuscas o dramáticas, son parte de mi historia, dejaron huella en mí y trascendieron en mi formación, me hicieron ser el ser humano que soy.

“El pastor”, es la historia de mi bisabuelo, el por qué llega al Distrito federal, desde su natal Morelia, en el siglo XXIX. “Jálate para el monte”, es una anécdota de la revolución en la que se ve involucrada mi abuela materna. “La estacada” narra la forma milagrosa como mi abuela paterna se salvo de morir en la revolución. “Tienes hambre…” es una historia en la infancia de mi padre. En “La justiciera” hablo nuevamente de mi abuela paterna. En “La última visita…” narro un incidente que sucedió entre mi abuelo materno y mi abuela paterna, “Se me sale el corazón…”, es una de tantas anécdotas de mi infancia. “El chipiturco” narro mi primer intento fallido por escribir, siendo una niña; “La mesa de tres patas”, es una historia sucedida en donde se involucra la muerte de mi padre; en “La esposa del león…” evoca hechos en los que jamás debí verme involucrada y los cuáles dieron origen a una pérdida terrible en mi vida y finalmente “Camina para papi” es la historia con un amigo que me anima a seguir y me hace sonreír.

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