- Buenas noches
- Hola, ¿qué milagro? ¿Como has estado?
- Bien -responde su voz varonil y profunda- Tú, ¿cómo estas?
- No tan bien como tú -mi respuesta favorita, sale de mi boca sin pensarlo-
- ¿Cómo sabes que estoy bien?
- De lo contrario tendría noticias de ti por algún otro medio...
- ¡Te extraño!
No puedo remediarlo y una carcajada sale de mi garganta.
-¿Por qué te ríes?
- No te parece que para extrañarme tanto, resulta paradójico que no te comuniques conmigo, que no me busques.
- Te hable el viernes y jamás me devolviste la llamada.
- Discúlpame, cuando me di cuenta de una llamada perdida tuya, era bastante tarde. Pero... no volviste a llamarme.
-Quería invitarte a comer
- ¡Mmmmhhh! ¿Quería? ¿Pero ya no quisiste o no quieres?
- ¡Olvídalo! ¡Te extraño mucho!, ¡te amo!
- ¡Ya! y ¿dónde estas?
- Voy hacia mi casa
- Quiero verte
- ¿Cuando? ¿Ahora?
- No, ahora no puedo, pero mañana, tal vez, ¿podrías?
- Yo puedo siempre, pero el problema no soy yo ¿lo recuerdas?- ¿Por qué no me hablas?
- Será porque prefiero evitarme y evitarte problemas.
- No entiendo
- Es mejor así.¡Salúdame a tu esposa!
Él corta la llamada.
Katia con una sonrisa triste termina su ritual de oficina y sale a la calle, el anonimato y la soledad entre la muchedumbre la rodean. Con paso apresurado, siente como los brazos de la luna la rodean y le acompañan en su camino. Sola, siempre sola, se dirige hacia su casa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario