lunes, 8 de julio de 2013

Sola

Un día de trabajo esta por acabar. Con placer por una jornada fructífera, deslizo los dedos sobre el teclado de la computadora, agradecida por un día más. Me preparó para apagar mi ordenador, y en el ínterin preparo mi bolsa. Afuera la lluvia de advierte que debo tomar un impermeable y un paraguas. Apurada como estoy me sorprende el timbre del teléfono. Observo la pantalla y su nombre me remonta a tiempos mejores, en esos que me sentí amada, deseada... Contesto.
- Buenas noches
- Hola, ¿qué milagro? ¿Como has estado?
- Bien -responde su voz varonil y profunda- Tú, ¿cómo estas?
- No tan bien como tú -mi respuesta favorita, sale de mi boca sin pensarlo-
- ¿Cómo sabes que estoy bien?
- De lo contrario tendría noticias de ti por algún otro medio...
- ¡Te extraño!
No puedo remediarlo y una carcajada sale de mi garganta.
-¿Por qué te ríes?
- No te parece que para extrañarme tanto, resulta paradójico que no te comuniques conmigo, que no me busques.
- Te hable el viernes y jamás me devolviste la llamada.
- Discúlpame, cuando me di cuenta de una llamada perdida tuya, era bastante tarde. Pero... no volviste a llamarme.
-Quería invitarte a comer
- ¡Mmmmhhh! ¿Quería? ¿Pero ya no quisiste o no quieres?
- ¡Olvídalo! ¡Te extraño mucho!, ¡te amo!
- ¡Ya! y ¿dónde estas?
- Voy hacia mi casa
- Quiero verte
- ¿Cuando? ¿Ahora?
- No, ahora no puedo, pero mañana, tal vez, ¿podrías?
- Yo puedo siempre, pero el problema no soy yo ¿lo recuerdas?
- ¿Por qué no me hablas?
- Será porque prefiero evitarme y evitarte problemas.
- No entiendo
- Es mejor así.¡Salúdame a tu esposa!
Él corta la llamada.
Katia con una sonrisa triste termina su ritual de oficina y sale a la calle, el anonimato y la soledad entre la muchedumbre la rodean. Con paso apresurado, siente como los brazos de la luna la rodean y le acompañan en su camino. Sola, siempre sola, se dirige hacia su casa.

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